Protestas de rebeldes sirios y occidentales en Siria

Siria: en nombre de la democracia y la libertad

El Mundo

Mucho se ha hablado en la prensa respecto al asunto de Siria, país donde se está desarrollando una guerra civil detonada desde las protestas pacíficas de 2011. El foco sobre el que se han centrado distintos analistas internacionales versa sobre la posible, y cada vez más cierta, intervención de los Estados Unidos en el conflicto en apoyo a los rebeldes sirios, y lo harían aún cuando la Organización de las Naciones Unidas no ha llegado a acuerdo sobre si es correcto o no atacar (o “intervenir”, eufemísticamente), y muy probablemente no lleguen a ese acuerdo, al menos en el Consejo de Seguridad si consideramos que en dicho consejo Rusia y China, dos de los 5 países presentes con derecho de veto rechaza terminantemente dicha intervención.

Que una intervención de Estados Unidos en Siria provocaría una “escalada de violencia”, que el Gobierno de Siria cuenta con aliados como Rusia, Irán, Iraq, Hezbollah etc. Que los rebeldes sirios ya contarían también con aliados como Estados Unidos, Francia, Turquía, etc. Que Rusia envía armas al gobierno sirio mientras que Turquía hace lo suyo enviando armas a los rebeldes y un largo etcétera de parámetros que utilizan para analizar si es correcto o no atacar al gobierno de la República Árabe Siria.

Sin embargo, lo único que han dejado de lado es aquello que han obviado, es aquello que la verdad sostenida por la hegemonía de los poderes ha hecho ver como la verdad santa y aquella libre de cualquier cuestionamiento: ¿Es correcto que cualquier país intervenga en cualquier otro porque al primero no le gusta como lleva sus asuntos el segundo?

Seguramente los estadistas de Estados Unidos en determinado momento del Siglo XX hubiesen exclamado y defendido con todos sus argumentos una negativa a la pregunta, seguramente mientras veían como la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) exportaba su revolución a cuanto país pequeño de la Europa Oriental podían, se exaltaban y despotricaban, seguramente mientras veían como la URSS se repartía con la Alemania de Hitler a Polonia, cuando veían como la URSS terminaba por arrebatarse para sí misma a Rumania o Lituana o Estonia, o a todos los países que tomó. Ciertamente los estadistas de Estados Unidos acusaban ahí la intervención ilegítima de una potencia en los asuntos internos de otra nación, pero entonces ¿Qué responderían esos hombres de Estado a la misma pregunta cuando se les hace analizar situaciones como las de bahía de Cochinos, Vietnam o cuando las fuerzas aéreas de la OTAN entraban junto a los rebeldes libios en Trípoli? Seguramente esgrimarían cualquier excusa para encontrar justificada la intervención.

Más que pensar sobre si Siria reúne o no las condiciones para que otra potencia la ataque en favor de tal o cual facción en disputa, el asunto estriba en desde cuando elegimos a Estados Unidos como el Pretor del mundo, facultado de ser juez de todos, y muchas veces, juez y parte de los conflictos.

¿Acaso alguien ha asumido que lo que sucede en Siria -y lo que deviene en casi todos los países de medio oriente- entremezcla lo político con lo religioso? Que no es tan sencillo como izquierdas y derechas luchando con armas, que no trata de “democráticos” y “dictatoriales” luchando por imponer su forma de gobierno, sino que existe detrás una concepción completa de nación?

¿Acaso ahora a los Estados Unidos le importará apoyar una vez más Al-Qaeda como la hiciera en la invasión de la URSS a medio oriente? Sí, sepan que Al-Qaeda es uno de los grupos que aporta, bien con armas, bien con guerrilleros a los rebeldes sirios. No es ni bueno ni malo, eso quedará a juicio de quien quiera decidir si las acciones de Al-Qaeda son fundamentadas y correctas o no lo son; sin embargo, el hecho es que están ahí, están presentes y tienen intereses, tantos intereses como Hezbolá, otra organización que occidente considera terrorista.

¿Es decir que Estados Unidos estaría tomando parte por uno de los dos bandos, luego por uno de los dos bandos en los cuales existen organizaciones que ellos mismos consideran terroristas? Sí, pues para ellos no es problema sino beneficio, pues para ellos tanto como para los analistas internacionales el asunto Sirio, como lo ha sido con todos los conflictos que existen con pequeños países se reduce a si tal o cual potencia tomará partido por tal o cual posición, y si su intervención hará que el petróleo, que es como ven todo lo que ocurre en Medio oriente -aun cuando en este caso Siria no posea grandes reservas del oro negro- subirá de precio o no lo hará, todo se reduce a eso. No olvidemos, por cierto, el interés de Israel de derribar el gobierno de Siria y así debilitar a Irán, aliado de Siria.

Finalmente ¿alguien ha pensado en lo asqueroso, culturalmente, que es este asunto? ¿Alguien ha pensado lo que sería para cualquiera que frente a algún conflicto en nuestro país interviniera alguna potencia oriental? ¿Cómo lo tomaríamos si un pueblo, un gobierno y un Estado con una cosmovisión del mundo completamente distinta a la nuestra, con una religión completamente distinta a la nuestra, con un derecho completamente distinto al nuestro interviniera militarmente en nuestro país imponiendo sus cosmovisiones y normas?

Sepan que la reacción es predecible y sepan que “nuestro socio” Estados Unidos no estaría de acuerdo, pero mientras sea Occidente adueñándose de Oriente, siempre será lo correcto para ellos.

La nación es la unidad trascendente de un pueblo en su destino, y sepan que lo más horroroso que puede ocurrir en aquello que será trascendental y en aquello que marque un destino, podría ser que un extraño decidiera cual será el destino y haga de la trascendencia su herramienta de condicionamiento predilecta.

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