Ha muerto Patricio Aylwin, el penúltimo de los grandes dinosaurios de la vieja política chilena, aún falta Carlos Altamirano y sería todo para una especie que fue aniquilada por ese devastador meteorito llamado neoliberalismo, ese que llegó arriba de un Hawker Hunter hace ya casi 43 años.
Fueron dinosaurios grandes y pesados, que alguna vez creyeron poder hacer una revolución… pero eran herbívoros y demasiado lentos, la rueda de la historia los superó y no les quedó otra opción que proteger y abrirle paso a sus nuevas generaciones mutantes, más pequeños, más ágiles y, por sobre todo, carnívoros: los veciloraptors de la actual clase política chilena.
Por lo general, la gran mayoría cree que es mucho lo que hay que decir cuando parten estos dinosaurios, pero se equivocan… hay mucho que hablar pero poco que decir, incluso sobre Pinochet. No nos sorprenda entonces el cúmulo de anécdotas que pasan a transformarse en "grandes encrucijadas de Estado", algo así como si en el Palacio de La Moneda estuviese el botón rojo de la III Guerra Mundial y, de paso, nos endilgan que nuestros grandes estadistas son los responsables de la paz mundial y han convertido a nuestro Chile en el foco de luz para la humanidad; son algo así como una mutación resultante de amoríos entre el hombre araña y superchica cuando los reciclaban en alguna universidad yankee o en cursos de capacitación del Departamento de Estado… lo que no pasa de ser otra anécdota.
Ha muerto un viejo Don, es hora de rendirle tributo por todos aquellos que le deben algún favor y, para la plutocracia… casi una “animita”: “Gracias por los favores concedidos”.
Aylwin debe haber sido el político chileno con más contradicciones, su vida entera fue una contradicción: falangista revolucionario y corporativo un día, social cristiano amaneció al otro, aliado con la derecha plutocrática contra Allende y la izquierda marxista al día siguiente, prestándole ropa de civil a Pinochet el subsiguiente y, por último, abanderado y plenipotenciario de las “fuerzas democráticas” para negociar con la plutocracia chilena el retorno de los partidos políticos y la clase política al poder cuando los plutócratas se cansaron de Pinochet y buscaron el "camino democrático” para seguir desarrollando y fortaleciendo su $istema neoliberal.
Hoy hacen fila los oradores que parlotean sobre esto y aquello que los demás, se supone, no sabían, algo así como diciendo que somos demasiado tontos para haber comprendido en ese entonces la “gran política”, de la cual por supuesto ellos eran los grandes protagonistas… cuando la verdad es una sola: Se vendieron a la plutocracia oligarca chilena y las transnacionales para poder seguir existiendo como partidos políticos y como casta política. Chile y los chilenos era lo de menos, esa traición y ese desprecio por lo chileno que hoy tratan de trasuntar en “sacrificio” de sus vidas azarosas dedicadas al servicio público en bien de la patria y bla, bla, bla.
Así reaparecen personajes tenebrosos como Marcelo Schilling y Belisario Velasco dictando cátedra sobre la "paz social en la era Aylwin”, cuando lo único que hicieron fue “deshacerse” de viejos conocidos que una vez les fueron tontos útiles. Aparecen ex ministros, como el socialista Correa, que hacen sentido mea culpa no culpable, sí, así mismo, por haber continuado con la depredación del Estado y el fortalecimiento de los privados dentro del mismo: “No podíamos hacer otra cosa”, dice el garras murja… pero no deja de ser cierto, no podían hacer otra cosa porque ese fue el acuerdo cuando se vendieron a la plutocracia para seguir existiendo como partidos y como casta política, CHILE Y LOS CHILENOS ERA LO DE MENOS, algo así como: “da lo mismo, un pedacito más, un pedacito menos”.
Pero así es, con estos viejos dinosaurios y estos nuevos velicoraptors nunca habrá una REVOLUCIÓN.
