Desde su concepción, allá por el 2002, como Pacific Three Closer Economic Partnership (P3-CEP), entre Chile, Nueva Zelanda y Singapur, sumándose luego -en 2005- Brunéi, dando forma al P4; pasando por la incorporación de Estados Unidos, que amplió su concepción original e incorporó mecanismos evidentemente en pro de sus intereses geopolíticos, hasta su salida en 2017 y la definitiva transformación en el Comprehensive and Progressive Agreement for Trans-Pacific Partnership (CPTPP), este tratado multilateral de “nuevo tipo” -como veremos- no ha estado exento de controversias, y la reciente indicación de suma urgencia, a quince días del receso legislativo, sólo contribuye a dudar de los propósitos del gobierno de S. Piñera, porque este instrumento internacional es mucho más que un tratado de libre comercio.