La legitimidad: decisión por la Historia

La legitimidad: decisión por la Historia

La legitimidad de un régimen político es una realidad histórica consistente en la aceptación nacional de un sistema en armonía con las exigencias del presente, el sustrato de la tradición y con una firme voluntad de ser hacia el futuro. La legitimidad de origen mira hacia el pasado. La legitimidad de ejercicio mira hacia el porvenir. La legalidad radica esencialmente en el presente.

Al nacimiento de la Constitución del 25, hubo perfecto acuerdo que se trato de superar diferencias ideológicas y religiosas, pero que no se abordaron problemas de fondo, que con el transcurso de los años fueron haciendo crisis. La vieja oligarquía parlamentaria se las arregló para seguir existiendo, fortalecida, y parapetada tras la fachada de una seudo República de corte presidencial. Se apartó así la constitución de la tradición del Ejecutivo fuerte, impersonal, para pasar a la época de los presidentes funcionarios de los partidos políticos.

Los presidentes Ibáñez y Frei, se declararon en múltiples ocasiones prisioneros de las leyes y de la Constitución, pero terminaron por recibir su turno de gloria precisamente en el respeto de aquello que tanto criticaban. Desde el fondo de la historia las figuras de Portales y Balmaceda los miran con ironía.

La Constitución, máxima ley, no hay sombra de dudas, ha sido atropellada Los militares que no debieran deliberar, de acuerdo a sus preceptos, deliberan. Actos que debieran ser nulos de acuerdo a los artículos 4 y 22, son declarados válidos. El Poder Judicial declara la huelga como poder. La Contraloría no puede controlar más allá de la voluntad del Ejecutivo y como poder parece próxima a un paro. El Poder Ejecutivo anuncia que no cumplirá una ley del Legislativo. El Legislativo además de aprobar leyes inconstitucionales se acuerda dietas millonarias. Este es el "orden" del presente.

Y hacia el futuro no hay quien mire, porque el porvenir exige voluntad de trascender y este sistema demoliberal que nos rige mira esencialmente a la pequeña ventaja del hoy. Esta renuncia al porvenir se demuestra claramente en que la CORFO no ha podido elaborar y cumplir un plan decenal integral de desarrollo, porque cada elección presidencial significa una declaración de caducidad de todo lo bueno existente. Hasta lo más permanente e invariable que son las Comisiones de Límites son afectadas por la marejada política.

Todos, cual más cual menos, han estado al frente de esta República. La Derecha Económica unida a la Derecha Política de los partidos tradicionales. Las Izquierdas con el Frente Popular. La clase media con el que hoy se denomina Democracia Radical.

La Democracia Cristiana, extraño maridaje del gran capitalismo económico con el populismo expresado a través de nuevas categorías políticas tales corno "sectores marginales", "campesinado", "pobladores", que sirvieron para excitar la epidermis sensiblera de la clase media e ilusionar a una juventud ávida de justicia, pero que en el fondo no fue sino el intento fallido de promover al mercado de consumidores a más de medio millón de chilenos que no estaban en el estrecho horizonte de los demás partidos políticos.

El Nacional Sindicalismo es voluntad de futuro que basado en las posibilidades inexploradas de la geografía, del empuje de una raza hecha para la historia y de una juventud que no acepta regirse por reglas de un juego que no le interesa, postula la instauración de un Nuevo Orden, para lo cual se atreve a no participar de este presente, declarándose antipartidista y opositor extraparlamentario, necesaria vela de armas para quienes mañana proyecten un actuar decisivo y decisorio en la marcha del país.

No creemos en el cinismo del diálogo político, que es una renuncia al hablar comunicante y que desprovisto de substancia ha devenido en mala retórica y peor apologética.

Nuestra presencia y actitud se desenvuelve en las comunidades básicas de la nación, faltas hoy día de un horizonte. En el quehacer técnico o profesional cotidiano, en la fidelidad a una vocación, en el espíritu de cuerpo de las diversas instituciones y servicios, en la pertenencia a una misma generación, se dan las posibilidades para un fructífero reencuentro.

Sin esta base previa, toda política es estéril. El breve recuerdo de las colectividades políticas arriba señaladas, como el hecho innegable del creciente independentismo, están señalando una vía al nacionalismo revolucionario.

Es necesario atreverse a seguirla.

Artículo originalmente publicado en la Revista FORJA, Edición N° 6 de Diciembre de 1969.

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