Ante todo, dejemos claro que el protagonista de las últimas elecciones fue la ABSTENCIÓN, de prácticamente la mitad del padrón. A estas alturas resulta inútil y hasta rídiculo intentar distinguir entre quienes no fueron a votar por indecisión, rechazo al sistema o pereza, generalmente para emitir condenas sobre unos y otros, porque en todas esas hipótesis se presenta un factor común: los partidos y sus líderes no han sido capaces de movilizar a millones de personas para sostener la credibilidad del régimen.